La flor de luna, también conocida como Ipomoea alba, es una planta trepadora perenne perteneciente a la familia de las Convolvulaceae. Es nativa de América Central y del Sur, pero también se encuentra en otras regiones tropicales y subtropicales del mundo.
Esta planta suele crecer en suelos húmedos, pantanosos y en áreas cercanas a cuerpos de agua, como ríos o lagos. Se caracteriza por sus grandes flores blancas en forma de embudo, que emanan un aroma dulce y agradable durante la noche, lo que le ha valido el apodo de «flor de luna».
Sus hojas son en forma de corazón y de color verde intenso. Para crecer adecuadamente, la flor de luna prefiere suelos fértiles, con buen drenaje y exposición a pleno sol.
Esta planta es resistente al calor, por lo que prefiere climas cálidos y húmedos. En España, la flor de luna se puede encontrar en zonas costeras y cálidas del sur del país, como en Andalucía y la Comunidad Valenciana.
Además de ser una planta ornamental popular en jardinería, la flor de luna también tiene propiedades medicinales y se puede utilizar en la fabricación de perfumes y aceites esenciales. También es atractiva para las abejas y otros polinizadores, por lo que contribuye a la biodiversidad de un jardín.