La Sabina rastrera, conocida científicamente como Juniperus sabina, es un arbusto perenne perteneciente a la familia Cupressaceae. Es una planta que se encuentra en zonas montañosas de Europa, Asia y África, donde prefiere crecer en suelos secos y pedregosos.
La Sabina rastrera es originaria de Europa, donde es común encontrarla en regiones de clima mediterráneo. Se caracteriza por su crecimiento rastrero y su capacidad para formar matas densas, alcanzando una altura máxima de unos 50 centímetros. Sus hojas son pequeñas y escamosas, de color verde oscuro, y tienen un aroma característico a resina.
Para vivir, la Sabina rastrera necesita condiciones de pleno sol y suelos bien drenados. Es una planta resistente a la sequía y soporta bien las heladas, por lo que puede sobrevivir en climas fríos. En cuanto a suelos, prefiere aquellos con un pH ácido, y evita los suelos calcáreos.
En cuanto al clima en el que vive, la Sabina rastrera se encuentra en zonas con inviernos fríos y veranos secos y calurosos. En España, se puede encontrar principalmente en la zona central y norte del país, en regiones montañosas y en terrenos pedregosos, como la Sierra de Gredos, Sierra de Guadarrama y Pirineos.
La Sabina rastrera tiene múltiples usos, siendo comúnmente utilizada en jardinería como planta ornamental, ya que su apariencia compacta y su resistencia a las condiciones adversas la hacen ideal para cubrir taludes y rocallas. También se utiliza en medicina tradicional, ya que se le atribuyen propiedades diuréticas y digestivas. Además, sus bayas son utilizadas en la elaboración de licores y en la aromatización de platos.